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Las Unidades Tecnológicas de Santander (UTS) son una Institución de Educación Superior que en 48 años de existencia han alcanzado reconocimiento en la región por la calidad de sus servicios educativos y por contribuir con la formación del talento humano requerido para el desarrollo tecnológico del país. Fue creada oficialmente el 23 de diciembre de 1963 mediante la ordenanza número 90 e inició labores académicas el año siguiente; su denominación fue Instituto Tecnológico Santandereano y su finalidad se orientó a formar a las personas para el proceso de producción y el manejo de personal demandados por la naciente industria nacional. Sin embargo, su historia no parte del día en que se ordenó su creación o cuando empezó a funcionar; su proceso histórico inició en 1988 con la instauración de la Escuela de Artes y Oficios de Bucaramanga, la cual materializó la intención de dotar a la región de un Instituto de formación técnica destinada a instruir conocimientos teóricos y prácticos de las artes y los oficios; confiriendo al personal capacitado grados de maestro, oficial y obrero. La norma que sustentó su fundación la concibió como una Institución pública financiada con las rentas departamentales y compelidas a brindar educación gratuita; propósito que no se cumplió plenamente, la insolvencia del Departamento hizo que la Institución también se dotara y sostuviera con auxilios del Gobierno Nacional, con ayudas filantrópicas de particulares y con el dinero recaudado por la comercialización de los productos que allí se fabricaban. Si bien, la Escuela adquirió prestigio de manera rápida, el débil presupuesto departamental y la inestabilidad política obstaculizaron su normal funcionamiento, ocasionando su cierre en repetidas ocasiones.
A comienzos de los años treinta el panorama nacional tendió a cambiar, incidiendo directamente en el sistema educativo. Era necesario crear las condiciones para transitar al mundo urbano e industrial, tecnificar los procesos de producción y modernizar las diferentes estructuras económicas; para la consecución de estos fines resultó imperioso reestructurar el sistema educativo, apoyando las instituciones de formación que existían y promocionando la constitución de otras, al igual que la formación de cuadros de técnicos, es decir, la formación consecutiva de todos los niveles de educación técnica, obreros auxiliares, obreros calificados, expertos, técnicos e ingenieros. Por consiguiente, la Asamblea Departamental de Santander manifestó la necesidad de menguar los problemas que padecía la Escuela de Artes y Oficios, y generar cambios en su estructura académica, de acuerdo a las intenciones del Gobierno Nacional. Durante los años cuarenta se inauguró su nueva sede, gracias al donativo de un extenso lote en el norte de la ciudad por parte de los hermanos Navas Serrano; se implementó el bachillerato industrial y su denominación se reemplazó por Instituto Industrial Dámaso Zapata, como homenaje a este educador santandereano. En 1947, con la primera promoción de bachilleres, la Universidad Industrial de Santander pudo iniciar labores académicas.
Para entonces, era claro que en los países latinoamericanos abundaban diversas materias primas, pero escaseaba la ciencia, la tecnología y la mano de obra calificada para su producción o adecuación. La necesidad de incorporar a estos países al sistema productivo mundial, realzó la importancia de reestructurar y reglamentar el sistema educativo, incorporándose nuevas modalidades de formación para el trabajo, en donde se impartieran conocimientos más complejos y una marcada orientación tecnológica, como las carreras cortas o intermedias, de las cuales parte la educación tecnológica. Para responder a las necesidades del contexto y a los cambios coyunturales que demandaban la instauración de institutos destinados a la formación de carreras cortas o intermedias, en la capital santandereana la Comunidad Lasallista, en cabeza del Hermano Gilberto Fabián, lideró la conformación de un instituto orientado al área de ingenierías; la dirigencia desde 1951 del Instituto Técnico Superior Dámaso Zapata les permitía contar con talleres y laboratorios aptos para realizar las tareas prácticas. De esta manera, en 1963 la Asamblea de Santander ordenó crear el Instituto Tecnológico Santandereano, el 6 de abril de 1964 se protocolizó se fundación y el inicio oficial de los estudios en las facultades intermedias de Electrónica, Instrumentación, Termotecnia y Topografía; los títulos académicos otorgados eran los de Auxiliares en Ingenierías. De acuerdo al Decreto 1464 de 1963 las especializaciones por ser técnicas intensivas de Educación Superior, se caracterizaron como estudios intermedios y no como tecnologías, carácter académico que para entonces realmente no se había instaurado.
Para el cumplimiento de las funciones y metas propuestas, los directivos del Instituto establecieron acuerdos con otros establecimientos de Educación Superior y con organismos internacionales; ejemplo de esto fueron los convenios con el Servicio Universitario Canadiense de Ultramar (SUCO), y con la Universidad Industrial de Santander y la Fundación Universidad de Pamplona. El convenio con el Servicio Universitario permitió que entre 1.969 y 1.979 prestaran sus servicios a la institución un
grupo destacado de profesionales canadienses, quienes contribuyeron al desarrollo académico y la adecuación tecnológica de la Institución. El 1 de marzo de 1968 se firmó un convenio de integración académica entre la Universidad Industrial de Santander, la Fundación Universidad de Pamplona y el Instituto Tecnológico Santandereano; éste se presentó como un mecanismo para optimizar y agilizar el desarrollo de las labores educativas, al facilitarse la transferencia de estudiantes, docentes y de asistencia técnica. Teniendo en cuenta el alto nivel académico alcanzado por la Universidad Industrial de Santander, el acuerdo obligó a la Fundación Universidad de Pamplona y al Instituto Tecnológico Santandereano a imitar su modelo educativo e implementar un primer año de estudios básicos y generales; al finalizar el ciclo básico los estudiantes podían solicitar el cambio de institución supeditado el traslado al rendimiento académico y los cupos disponibles. Si bien, el convenio se estableció con las mejores intenciones, su aplicación acarreo inconvenientes al Instituto Tecnológico Santandereano, el estudiantado percibía la Institución como un puente para acceder a la universidad.
En 1974 el Gobierno Nacional mediante el Decreto 1358 reglamentó las Instituciones de Educación Superior, las definió y categorizó según su finalidad y, por primera vez, reconoció a las Instituciones Tecnológicas. Aun así, la superficialidad de la norma no determinó la diferencia entre los objetivos de los programas tecnológicos y los de corta duración, los cuales continuaron entendiéndose como equivalentes. A comienzos de 1976 se organizó el sistema educativo, desconociendo la formación tecnológica y ligando la educación intermedia a niveles inferiores a la Educación Superior. Sin embargo, las anteriores disposiciones gubernamentales no tuvieron una duración extensa, antes de finalizar el año se volvió a definir y reglamentar las carreras tecnológicas; decisión ratificada por el Decreto- Ley 80 de 1980,al establecer como primera modalidad de educación a la Formación Intermedia Profesional, seguida de la Tecnológica, Universitaria y de Avanzada o de Postgrado. Por una parte, se instauró la modalidad de formación intermedia profesional y por la otra, la educación tecnológica; ambas modalidades adquirieron estatus de Educación Superior.
En cumplimiento de esta normatividad, la Asamblea Departamental de Santander ordenó la separación del Instituto Tecnológico Santandereano y del Instituto Superior Dámaso Zapata, otorgándole la categoría de establecimiento público de carácter académico del orden departamental con personería jurídica. Se estableció que la formación académica a orientar era tecnológica; determinación con la cual se oficializó el nuevo carácter académico que adoptó la Institución. Se suprimió la categoría de instituto, denominándose sólo Tecnológico Santandereano. Teniendo en cuenta que el distanciamiento abrupto de los dos Institutos era bastante difícil, mientras se generaban las condiciones para la disolución locativa y administrativa, los hermanos lasallistas permanecieron en la dirigencia de ambas instituciones educativas y se continuó compartiendo la planta física. Para entonces continuaban ofreciéndose los programas de Electrónica y de Topografía; el de Termotecnia e Instrumentación habían sido reemplazados por el de Electromecánica y a finales de los años setenta se creó el programa en Electrificación y Telefonía Rural.
En 1986 la Institución pasó a llamarse Unidades Tecnológicas de Santander (UTS); la obligación, según el Decreto 80, de designar Unidad a las dependencias académicas que integraban las instituciones Tecnológicas, determinó la nueva asignación. Avanzada la década de los noventa se inició la construcción de una planta física propia en la Ciudadela Real de Minas, acentuándose la necesidad de abrir nuevos programas tecnológicos y ofrecer especializaciones tecnológicas; al comienzo se dio apertura a la Especialización Tecnológica en Equipo Electromecánico y la Tecnología en Telecomunicaciones; de igual manera se formalizó el convenio con la Universidad Distrital Francisco José de Caldas para el ofrecimiento del ciclo nivelatorio de profesionalización en Ingeniería en Control Electrónico e Instrumentación. Años más tarde se ofreció la Especialización Tecnológica en Sistemas de Información Geográfica.
El escaso presupuesto disponible para el desarrollo de las actividades institucionales condicionó su crecimiento; factor que se agudizó en 1999. Durante los dos últimos años del siglo XX, Colombia experimentó una gran crisis económica que afectó sus diferentes estructuras, de las cuales la educación no fue ajena. De forma inmediata, la política austera de gastos estatales aquejó el funcionamiento de las Unidades Tecnológicas de Santander. En 1999 delegados del Ministerio de Hacienda concluyeron que la Institución no era viable financieramente por su alto grado de dependencia de los recursos departamentales, contemplando su cierre. Para concretar la clausura, el Gobierno Departamental modificó las directivas de la Institución; contrario al fin delegado, la nueva administración en compañía de otros funcionarios internos elaboró un proyecto de desarrollo a largo plazo en el que se efectuaban reformas sustanciales a la estructura académica, administrativa y
financiera. Se requería recuperar la Institución y posesionarla acorde a las exigencias del modelo educativo nacional y al desarrollo de la región. Entre las estrategias para superar el déficit económico se propuso el incremento del valor de la matrícula para todos los estudiantes, estableciéndose en un salario mínimo legal, mensual y vigente; la apertura de nuevos programas y el aumento de cupos en cada uno de ellos. La necesidad de contar con mano de obra calificada para el fortalecimiento de la pequeña y mediana empresa, y del sector agrario, conllevó a la apertura de programas de formación enfocados en estas áreas; el primero de ellos fue el de la Tecnología en Contaduría Financiera, hoy Contabilidad Financiera. Posterior y paulatinamente se procedió a la instauración de los programas tecnológicos en: Banca e Instituciones Financieras, Administración de Empresas, Gestión Agroindustrial, Diseño y Administración de Sistemas, Mercadeo, Deportiva y Ambiental.
Desde el 2007 las UTS, de acuerdo a la Ley 749 de 2002, inició un proceso de redefinición académica y a partir de 2008 comenzó a ofertar programas universitarios propios, el primero de ellos fue el de Ingeniería en Telecomunicaciones; actualmente, también se ofrecen los programas en Ingeniería Electrónica, Ingeniería Electromecánica, Administración de Empresas, Mercadeo y Contaduría Pública. Como estrategia de ampliación e integración, se planteó la firma de convenios con entes territoriales y con instituciones educativas colombianas para ofrecer en provincia programas tecnológicos y universitarios; proyecto que logró efectuarse en el 2008, atendiendo las necesidades educativas de San Gil y Vélez, y en el 2010 las de Barrancabermeja.
Sin duda, las reformas administrativas, la ampliación de programas tecnológicos y universitarios, y el aumento de estudiantes, entre otros, han permitido subsanar falencias económicas con incidencia directa en un mejoramiento educativo. Se han destinado mayores recursos para la constitución y adecuación de laboratorios y talleres, mejoramiento y ampliación de la planta física, incremento del cuerpo docente y dotación de medios educativos y recursos bibliográficos. Lo más significativo de la labor institucional durante los últimos años ha sido el mejoramiento de la calidad académica, a pesar del incremento sustancial de estudiantes; las pruebas ECAES y el reconocimiento de los egresados en los diferentes sectores productivos, son una muestra de ello. De ahí que se apremia la ampliación de la planta física; la cual se propone aumentar de 16 mil a más de 38 mil metros cuadrados. Se construirá un nuevo edificio y se ampliaran los existentes; se adecuaran espacios de encuentro y esparcimiento. Con el cumplimiento de este proyecto se dejará de alquilar las instalaciones de los colegios contiguos, empleados para atender la demanda estudiantil de la jornada nocturna. La meta institucional a corto plazo es mejorar los procesos académicos y administrativos, logrando la certificación del Consejo Nacional de Acreditación; posesionarse en el sector educativo nacional y contribuir en una mayor proporción al sistema productivo del país, para lo cual la apertura de nuevos programas académicos es apremiante. En estos momentos, la Institución se prepara para ofertar la Tecnología en Desarrollo de Sistemas Informáticos, la Ingeniería en Sistemas, la Ingeniería Ambiental y la Profesional en Deportes. De igual modo, se trabaja para abrir las Tecnologías en Petróleo y Gas, Minería y Turismo Bilingüe.
A comienzos de los años treinta el panorama nacional tendió a cambiar, incidiendo directamente en el sistema educativo. Era necesario crear las condiciones para transitar al mundo urbano e industrial, tecnificar los procesos de producción y modernizar las diferentes estructuras económicas; para la consecución de estos fines resultó imperioso reestructurar el sistema educativo, apoyando las instituciones de formación que existían y promocionando la constitución de otras, al igual que la formación de cuadros de técnicos, es decir, la formación consecutiva de todos los niveles de educación técnica, obreros auxiliares, obreros calificados, expertos, técnicos e ingenieros. Por consiguiente, la Asamblea Departamental de Santander manifestó la necesidad de menguar los problemas que padecía la Escuela de Artes y Oficios, y generar cambios en su estructura académica, de acuerdo a las intenciones del Gobierno Nacional. Durante los años cuarenta se inauguró su nueva sede, gracias al donativo de un extenso lote en el norte de la ciudad por parte de los hermanos Navas Serrano; se implementó el bachillerato industrial y su denominación se reemplazó por Instituto Industrial Dámaso Zapata, como homenaje a este educador santandereano. En 1947, con la primera promoción de bachilleres, la Universidad Industrial de Santander pudo iniciar labores académicas.
Para entonces, era claro que en los países latinoamericanos abundaban diversas materias primas, pero escaseaba la ciencia, la tecnología y la mano de obra calificada para su producción o adecuación. La necesidad de incorporar a estos países al sistema productivo mundial, realzó la importancia de reestructurar y reglamentar el sistema educativo, incorporándose nuevas modalidades de formación para el trabajo, en donde se impartieran conocimientos más complejos y una marcada orientación tecnológica, como las carreras cortas o intermedias, de las cuales parte la educación tecnológica. Para responder a las necesidades del contexto y a los cambios coyunturales que demandaban la instauración de institutos destinados a la formación de carreras cortas o intermedias, en la capital santandereana la Comunidad Lasallista, en cabeza del Hermano Gilberto Fabián, lideró la conformación de un instituto orientado al área de ingenierías; la dirigencia desde 1951 del Instituto Técnico Superior Dámaso Zapata les permitía contar con talleres y laboratorios aptos para realizar las tareas prácticas. De esta manera, en 1963 la Asamblea de Santander ordenó crear el Instituto Tecnológico Santandereano, el 6 de abril de 1964 se protocolizó se fundación y el inicio oficial de los estudios en las facultades intermedias de Electrónica, Instrumentación, Termotecnia y Topografía; los títulos académicos otorgados eran los de Auxiliares en Ingenierías. De acuerdo al Decreto 1464 de 1963 las especializaciones por ser técnicas intensivas de Educación Superior, se caracterizaron como estudios intermedios y no como tecnologías, carácter académico que para entonces realmente no se había instaurado.
Para el cumplimiento de las funciones y metas propuestas, los directivos del Instituto establecieron acuerdos con otros establecimientos de Educación Superior y con organismos internacionales; ejemplo de esto fueron los convenios con el Servicio Universitario Canadiense de Ultramar (SUCO), y con la Universidad Industrial de Santander y la Fundación Universidad de Pamplona. El convenio con el Servicio Universitario permitió que entre 1.969 y 1.979 prestaran sus servicios a la institución un
grupo destacado de profesionales canadienses, quienes contribuyeron al desarrollo académico y la adecuación tecnológica de la Institución. El 1 de marzo de 1968 se firmó un convenio de integración académica entre la Universidad Industrial de Santander, la Fundación Universidad de Pamplona y el Instituto Tecnológico Santandereano; éste se presentó como un mecanismo para optimizar y agilizar el desarrollo de las labores educativas, al facilitarse la transferencia de estudiantes, docentes y de asistencia técnica. Teniendo en cuenta el alto nivel académico alcanzado por la Universidad Industrial de Santander, el acuerdo obligó a la Fundación Universidad de Pamplona y al Instituto Tecnológico Santandereano a imitar su modelo educativo e implementar un primer año de estudios básicos y generales; al finalizar el ciclo básico los estudiantes podían solicitar el cambio de institución supeditado el traslado al rendimiento académico y los cupos disponibles. Si bien, el convenio se estableció con las mejores intenciones, su aplicación acarreo inconvenientes al Instituto Tecnológico Santandereano, el estudiantado percibía la Institución como un puente para acceder a la universidad.
En 1974 el Gobierno Nacional mediante el Decreto 1358 reglamentó las Instituciones de Educación Superior, las definió y categorizó según su finalidad y, por primera vez, reconoció a las Instituciones Tecnológicas. Aun así, la superficialidad de la norma no determinó la diferencia entre los objetivos de los programas tecnológicos y los de corta duración, los cuales continuaron entendiéndose como equivalentes. A comienzos de 1976 se organizó el sistema educativo, desconociendo la formación tecnológica y ligando la educación intermedia a niveles inferiores a la Educación Superior. Sin embargo, las anteriores disposiciones gubernamentales no tuvieron una duración extensa, antes de finalizar el año se volvió a definir y reglamentar las carreras tecnológicas; decisión ratificada por el Decreto- Ley 80 de 1980,al establecer como primera modalidad de educación a la Formación Intermedia Profesional, seguida de la Tecnológica, Universitaria y de Avanzada o de Postgrado. Por una parte, se instauró la modalidad de formación intermedia profesional y por la otra, la educación tecnológica; ambas modalidades adquirieron estatus de Educación Superior.
En cumplimiento de esta normatividad, la Asamblea Departamental de Santander ordenó la separación del Instituto Tecnológico Santandereano y del Instituto Superior Dámaso Zapata, otorgándole la categoría de establecimiento público de carácter académico del orden departamental con personería jurídica. Se estableció que la formación académica a orientar era tecnológica; determinación con la cual se oficializó el nuevo carácter académico que adoptó la Institución. Se suprimió la categoría de instituto, denominándose sólo Tecnológico Santandereano. Teniendo en cuenta que el distanciamiento abrupto de los dos Institutos era bastante difícil, mientras se generaban las condiciones para la disolución locativa y administrativa, los hermanos lasallistas permanecieron en la dirigencia de ambas instituciones educativas y se continuó compartiendo la planta física. Para entonces continuaban ofreciéndose los programas de Electrónica y de Topografía; el de Termotecnia e Instrumentación habían sido reemplazados por el de Electromecánica y a finales de los años setenta se creó el programa en Electrificación y Telefonía Rural.
En 1986 la Institución pasó a llamarse Unidades Tecnológicas de Santander (UTS); la obligación, según el Decreto 80, de designar Unidad a las dependencias académicas que integraban las instituciones Tecnológicas, determinó la nueva asignación. Avanzada la década de los noventa se inició la construcción de una planta física propia en la Ciudadela Real de Minas, acentuándose la necesidad de abrir nuevos programas tecnológicos y ofrecer especializaciones tecnológicas; al comienzo se dio apertura a la Especialización Tecnológica en Equipo Electromecánico y la Tecnología en Telecomunicaciones; de igual manera se formalizó el convenio con la Universidad Distrital Francisco José de Caldas para el ofrecimiento del ciclo nivelatorio de profesionalización en Ingeniería en Control Electrónico e Instrumentación. Años más tarde se ofreció la Especialización Tecnológica en Sistemas de Información Geográfica.
El escaso presupuesto disponible para el desarrollo de las actividades institucionales condicionó su crecimiento; factor que se agudizó en 1999. Durante los dos últimos años del siglo XX, Colombia experimentó una gran crisis económica que afectó sus diferentes estructuras, de las cuales la educación no fue ajena. De forma inmediata, la política austera de gastos estatales aquejó el funcionamiento de las Unidades Tecnológicas de Santander. En 1999 delegados del Ministerio de Hacienda concluyeron que la Institución no era viable financieramente por su alto grado de dependencia de los recursos departamentales, contemplando su cierre. Para concretar la clausura, el Gobierno Departamental modificó las directivas de la Institución; contrario al fin delegado, la nueva administración en compañía de otros funcionarios internos elaboró un proyecto de desarrollo a largo plazo en el que se efectuaban reformas sustanciales a la estructura académica, administrativa y
financiera. Se requería recuperar la Institución y posesionarla acorde a las exigencias del modelo educativo nacional y al desarrollo de la región. Entre las estrategias para superar el déficit económico se propuso el incremento del valor de la matrícula para todos los estudiantes, estableciéndose en un salario mínimo legal, mensual y vigente; la apertura de nuevos programas y el aumento de cupos en cada uno de ellos. La necesidad de contar con mano de obra calificada para el fortalecimiento de la pequeña y mediana empresa, y del sector agrario, conllevó a la apertura de programas de formación enfocados en estas áreas; el primero de ellos fue el de la Tecnología en Contaduría Financiera, hoy Contabilidad Financiera. Posterior y paulatinamente se procedió a la instauración de los programas tecnológicos en: Banca e Instituciones Financieras, Administración de Empresas, Gestión Agroindustrial, Diseño y Administración de Sistemas, Mercadeo, Deportiva y Ambiental.
Desde el 2007 las UTS, de acuerdo a la Ley 749 de 2002, inició un proceso de redefinición académica y a partir de 2008 comenzó a ofertar programas universitarios propios, el primero de ellos fue el de Ingeniería en Telecomunicaciones; actualmente, también se ofrecen los programas en Ingeniería Electrónica, Ingeniería Electromecánica, Administración de Empresas, Mercadeo y Contaduría Pública. Como estrategia de ampliación e integración, se planteó la firma de convenios con entes territoriales y con instituciones educativas colombianas para ofrecer en provincia programas tecnológicos y universitarios; proyecto que logró efectuarse en el 2008, atendiendo las necesidades educativas de San Gil y Vélez, y en el 2010 las de Barrancabermeja.
Sin duda, las reformas administrativas, la ampliación de programas tecnológicos y universitarios, y el aumento de estudiantes, entre otros, han permitido subsanar falencias económicas con incidencia directa en un mejoramiento educativo. Se han destinado mayores recursos para la constitución y adecuación de laboratorios y talleres, mejoramiento y ampliación de la planta física, incremento del cuerpo docente y dotación de medios educativos y recursos bibliográficos. Lo más significativo de la labor institucional durante los últimos años ha sido el mejoramiento de la calidad académica, a pesar del incremento sustancial de estudiantes; las pruebas ECAES y el reconocimiento de los egresados en los diferentes sectores productivos, son una muestra de ello. De ahí que se apremia la ampliación de la planta física; la cual se propone aumentar de 16 mil a más de 38 mil metros cuadrados. Se construirá un nuevo edificio y se ampliaran los existentes; se adecuaran espacios de encuentro y esparcimiento. Con el cumplimiento de este proyecto se dejará de alquilar las instalaciones de los colegios contiguos, empleados para atender la demanda estudiantil de la jornada nocturna. La meta institucional a corto plazo es mejorar los procesos académicos y administrativos, logrando la certificación del Consejo Nacional de Acreditación; posesionarse en el sector educativo nacional y contribuir en una mayor proporción al sistema productivo del país, para lo cual la apertura de nuevos programas académicos es apremiante. En estos momentos, la Institución se prepara para ofertar la Tecnología en Desarrollo de Sistemas Informáticos, la Ingeniería en Sistemas, la Ingeniería Ambiental y la Profesional en Deportes. De igual modo, se trabaja para abrir las Tecnologías en Petróleo y Gas, Minería y Turismo Bilingüe.
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